Antes de visitar la Côte-d’Or y probar los Pinot Noir y Chardonnay de los climats más prestigiosos de esa importante subregión de la Borgoña tenía una idea muy generalizada de los vinos que estas uvas podrían ofrecer.
Lo que encontré durante esta aventura vitivinícola superó mis expectativas, no sólo había mayor complejidad, si no diversidad, llegando a polos casi opuestos a lo usual ¡lo cual fue sorprendente!
Mi vista y paladar se quedaron atónitos de la gran diferencia entre vinos de una y otra apelación al igual que entre parcelas de un mismo productor.
El experimentar la Borgoña, me ayudó a entender un poco más cuánto puede influir las características del terroir, entre ellas la composición del suelo, la exposición, inclinación, manejo del viñedo, al igual de las condiciones climáticas del año de cosecha.
Pero lo más importante, el factor humano, el savoir faire del vigneron tras muchos siglos de experiencia y tradición. Sin eso Borgoña no sería lo que es.
Como ejemplo contundente y muy claro sobre algunos pinot noir, podría mencionar los vinos de las apelaciones Gevrey Chambertin en la Côte de Nuit y Pommard en la Côte de Beaune.
En ambas comunas los vinos son poderosos, densos y de gran estructura. Son tal vez los que mayor capacidad de guarda tienen en la Borgoña, además de evolucionar con elegancia y sobriedad,.
Siguiendo nuestra ruta vinera por la comunda de Gevrey Chambertin, pudimos degustar los vinos de Domaine Gerard Quivy, uno de los renombres de esta apelación.
En aquella visita tuvimos la suerte de encontrar al enólogo Johan Chatelus, quien nos mostró mapa en mano, los lugares donde quedan las parcelas Grand y Premier Cru, además de probar sus extraordinarias creaciones.
En este importante apelación también pudimos conocer el trabajo de otro viticultor que sigue ese estilo de vino, así de intenso y musculoso.
Me refiero a Domaine Rene Leclerc, quien tiene una cava subterránea del Siglo XIV que a su vez es un museo, ya que cuenta con una gran colección familiar de piezas y muebles de tiempos medievales.
Cuando decidimos nuestro viaje por Francia y en específico a la Côte-d’Or que es una zona grande en área, tuvimos que pensar muy bien donde debía quedar nuestro centro de operaciones (alojamiento) y así poder movilizarnos entre las comunas de la Côte de Nuit y la Côte de Beaune.
Gary, mi esposo, quien se encarga de la logística, eligió la ciudad de Beaune como punto neurálgico. Ahí pasamos seis días completos, que fueron increíbles. Hasta teníamos una rutina día a día que empezaba a las 10 am y finalizaba a las 7 pm aproximadamente.
Ya de regreso, disfrutábamos cada noche de una cena en el jardín de la casa que alquilamos. Lo que no contábamos con comer al aire libre en esa época del año era que los mosquitos hacían un festín con nosotros de tantas picaduras.
Aprendimos la lección y las noches siguientes tomamos las precauciones del caso.
Para conocer los Domaines más prestigiosos y maximizar el tiempo entre cada visita, era prioritario organizar con anticipación la ruta que haríamos día a día.
Dentro de las subregiones de Côte-d’Or hay tantas apelaciones y calidades de vinos hechos de Pinot Noir y Chardonnay que es imposible conocer y probar ni el 5% en seis días.
Nuestro plan fue el de escoger algún pueblito importante y visitar los viñedos emblemáticos de ese lugar, como por ejemplo los que se encuentran en la Route des Grand Crus (ruta D122 y paralela a la pista principal) que cubre las comunas de Marsannay y Fixin, Morey-Saint-Denis, Chambolle-Musigny, Vougeot, Vosne-Romanée y Nuits-Saint-Georges, todos estos en la Côte de Nuit.
Esta ruta de ensueño continua pasando la ciudad de Beaune y abarca los pueblos de Pommard, Meursault, Chassagne y Puligny-Montrachet. Lugares icónicos para disfrutar de los mejores vinos blancos de Francia.
Pensar que todos estos lugares los aprendí en la carrera de Sommelier y hasta antes de ese viaje, todo eso era pura teoría, me faltaba sentir la esencia del lugar.
Fue tan emocionante estar entre la creme de la creme de los climats más prestigiosos del mundo del vino y esa experiencia me lleno de mucha alegría y como profesional con mayor razón ya que pude cumplir ese sueño.
Aunque casos como el de Domaine de la Romanee Conti (DRC) como podrán suponer no fue posible hacer una visita ni cata, lugares así están reservados para personajes VIP o muy influyentes en el mundo del vino.
Premier Cru “Les Chanlins-Bas” en Pommard
A pesar de que no pudimos probar los vinos de DRC tuvimos la habilidad para extrapolar esa sensación conociendo, viendo y analizando in situ sus parcelas.
Para cumplir ese propósito fuimos en nuestro auto hasta la parte más alta de los viñedos de esta famosísima comuna llamada Vosne-Romanée, donde nos concentramos especialmente en sus campos de Grand Cru y Premier Cru.
Para completar esa gran experiencia hicimos un picnic ahí mismo, puesto que en ese lugar hay un área de descanso con mesas y bancas.
A esa hora de la tarde el calor era tremendo y optamos por ir a la sombra de un árbol para disfrutar de la vista mientras disfrutábamos de un riquísimo pinot noir junto a una tabla de quesos y fiambres. Esa fue una experiencia icónica que siempre recordaremos!
Para los que visitan la ciudad de Beaune por poco tiempo, la opción más relajada para probar un rango amplio de vinos sin riesgo a pasar el límite de alcohol permitido mientras manejas, es la de pasear por la linda ciudad. Hay tantas vinotecas donde no se necesita reservar para hacer alguna degustación.
Si también quieres probar los vinos de algún productor en especial, muchos de ellos tienen sus tiendas en pleno centro.
Las catas van desde los 15 Euros y normalmente incluye tres vinos, un Bourgogne Rouge, Village y Premier Cru. Obvio que a medida que subes de calidad o apelación sube el precio. Beaune es una zona idílica para todo wine connoisseur.
El objetivo de este viaje, no fue el de describir los vinos que probamos, si no el entender el terroir y apreciar las diferencia entre ellos.
Lo que encontramos luego de tantas degustaciones fue que los vinos se alejaron del molde clásico de un pinot noir de altos rendimientos o de zonas no tan apropiadas para su cultivo, es decir, el de ser mono dimensionales.
En cambio estos vinos expresaban la típica fruta roja, para luego pasar a la fruta negra de bosque o una mezcla de ambas y bien definidas.
Del estilo más “fruit forward” del nuevo mundo pasamos al vino más serio, musculoso y estructurado. El bouquet en muchos caso se volvió seductor y etéreo, llegando a mostrar notas florales, como también a hierbas finas, unidas a toques terrosos marcados, como también a un perfil más savoury y especiado que desconocía.
Visualmente aquellas tonalidades casi translúcidas pasaron a ser intensas y profundas. Esos taninos redondos y bajos que usualmente se perciben en vinos que no son de la Borgoña, se transformaron en unos de mayor estructura que al paso del tiempo se integran y se muestran como seda al paladar.
Ahora comprendo el porqué estos vinos necesitan de una larga guarda.
Cuando uno piensa en Francia y su gente, muchas veces se tiene una idea preconcebida de cómo son y los catalogamos de ser algo pretenciosos al igual que podrían llegar a ser los vignerons o hacedores del vino, más aún si son de las apelaciones tan famosas y respetadas como las de Gevrey Chambertin, Vosne Romanée, Aloxe Corton, Nuit Saint George o Pommard por mencionar algunas de ellas.
Lo que nos sucedió, fue todo lo contrario, nos llevamos una linda experiencia.
No solo hablamos con los mismos creadores, sino que hasta nos contaron detalles muy particulares sobre sus vinos con sencillez, humildad y una gran pasión de por medio.
Tal es el caso de dos viñateros del pueblito de Pommard. Entre ellos Patrick, del Domaine Virely Rougeot con quien tuvimos una divertida degustación en su sencilla sala de ventas y a la vez oficina. Ahí uno se da cuenta que no es necesario estar rodeado de lujo para demostrar que tus vinos deben estar a ese mismo nivel.
Justo antes de irnos este artista del vino nos invitó a pasar a su cava personal, donde nos mostró algunos vinos chilenos y argentinos que tiene en su colección, lo cual nos llenó de mucha alegría.
Para finalizar nuestra visita en Pommard, pasamos al Domaine Michel Rebourgeon, lo curioso fue que este viticultor-productor es inglés y lleva más de veinte años en ese país, ya que su esposa es francesa.
A veces el hecho de que la mayoría de viñateros no hablen fluidamente el inglés, hace que la conversación sea a un nivel básico.
En este caso la visita fue bastante entretenida y muy completa, al punto que Gary y Stephen bromeaban en su mismo idioma. Por cierto quedamos bastante impresionados por sus vinos, no solo probamos sus Pinot Noir de Pommard, si no también de las apelaciones Volnay y Beaune Premier Cru, donde también tienen parcelas. ¡Qué lujo!
Una pena que las buenas experiencias tengan que terminar, pero nos vamos felices por haber probado los mejores tintos y blancos de Borgoña.
Tremendo viaje, ¡ esperamos repetirlo en algún momento y ojalá que sea más pronto que tarde!